En el Génesis (3,6) se habla de un árbol tabú que no se debe tocar ni comer de él. A pesar de todo, «Eva tomó su fruto y comió, haciendo también participe a su marido. Abriéronse entonces los ojos de ambos.»
Plinio el Viejo (s. I. d.C) llama a los hongos deorum cibus ("manjar de los dioses"), una denominación parecida a la que le dan los griegos. Las palabras néctar y ambrosía significan "inmortal" y tal denominación podría corresponder al jugo del hongo Amanita muscaria, consumido en los festivales dionisíacos. Y he aquí una de las claves del mistetrio: la Amanita muscaria es un hongo alucinógeno que prolifera mucho en bosques . Se le ha bautizado con multitud de nombres según las zonas: agárico matamoscas, falsa oronja, oronja maléfica, oropéndola loca..., debido, sobre todo, a la intoxicación que produce su ingesta a causa del alcaloide muscarina, que ocasiona trastornos en el sistema nervioso y digestivo.
Desde Siberia a Perú, los chamanes o brujos están de acuerdo en que esta clase de sustancias sólo ha de ingerirse "en estado de gracia" . Por esta razón, ya desde tiempos remotos tales hongos han sido consumidos exclusivamente por individuos privilegiados pertenecientes, por lo general, a la casta sacerdotal, y se ha impedido que llegasen a ser usados por el pueblo. Para tal fin, establecieron sobre ellos un rígido tabú, una de cuyas manifestaciones consistía en designar tales agáricos con nombres diabólicos (hongos de las brujas, Faninera pudenta, pedo de rata, excremento de sapo...) insinuando que todos ellos eran venenosos y mortales.
La Amanita muscaria aplicada como estimulante fue muy popular en el norte de Europa. Se supone que sus propiedades alucinógenas eran las que conducían el Bersek, esto es, el terrible furor de los vikingos cuando entraban en batalla. Según algunas tradiciones escandinavas, los vikingos ingerían este hongo antes de iniciar el ataque a un barco o a un poblado, ya que aumentaba su valor y su fuerza.
La tribu siberiana de los koriak nunca tira la orina de la persona embriagada por este hongo : el sujeto mismo se la bebe, para prolongar sus visiones, o bien se la ofrece, a manera de generosa invitación, a sus compañeros.
La creencia en duendes y gnomos viene determinada por la ingestión del "matamoscas". La base de estas visiones de criaturas menudas o elementales se encontraría en los efectos alucinógenos que provoca la ebriedad originada por la muscarina.
Algunos testimonios de personas que los han consumidos dicen que tienen sensaciones de euforia, fuerza física y locuacidad. También se sufren alucinaciones espaciales y visiones: el entorno se llena de pequeñas chispas luminosas que se mueven con una gran agitación y los objetos parecen aumentar de volumen.
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